Jesús (62 años) y Luisa (59) de Madrid son un ejemplo a seguir de cómo vivir activamente en la edad madura, para no decir en la vejez. ¡Lo que no hacen! Nadan, corren, escalan, montan en bicicleta, hasta entrenan karate con su nieto. Pase lo que pase, siempre hay tiempo para el deporte en sus vidas.
Luisa, rubia, esbelta, con una tormenta de rizos pequeñitos, regresó la semana pasada de la media-maratón de Barcelona. Está satisfecha porque batió su récord: hizo toda la distancia (21 km) en 1:45. Esta es la quinta vez que participa en una carrera de estas.
“Estaba buscando una carrera donde pudiera batir mi récord” – explica. – “Leí en internet que en esta carrera se puede batir la plusmarca de tu vida, por el tipo de ruta y el terreno donde se desarrolla. Y efectivamente, la ruta era plana como una mesa de billar. Condiciones ideales: no estaba lloviendo, biomet beneficioso, viento siempre en la espalda. – Se ríe.
– Pero pensé que no iba a conseguirlo, sudaba como una perra. Estaba un poco por encima de mis fuerzas. Cuando vi que ya hice 10 km, y con buen tiempo, pensé que no podía desperdiciarlo. En el futuro, me gustaría lograr un tiempo cinco minutos más corto, es mi nueva meta”, confiesa. Los mayores también pueden correr, no solo pasear en el parque.
En el primer momento, después de su primera media maratón dijo: ¡nunca más! Luego, el mismo día, planeó un viaje a … otra media maratón, esta vez en Lisboa.
Una familia de cinco, los abuelos mayores (¡que no nos oigan llamarles así!), el padre, la madre y el pequeño Marcos de 4 años. Los más deportistas de todos – los abuelos. Eso les mantiene jóvenes, sanos y animados. No paran nunca. Conoce su historia.
Luisa trabaja como analista en una gran corporación de Madrid. Este es el tipo de mujer que tiene la casa siempre ordenada, una cena caliente en la mesa y la apariencia y condición del adolescente. Siempre tiene todo bajo control, todo a tiempo, cuidado en cada detalle. Perfeccionista. Enérgica, sonriente, simpática. En el cole siempre tenia un diez en gimnasia.
– Pero lo de correr no era lo mío – admite. – Me dolía la cabeza, hasta los oídos. Fue mi marido quien me convenció. Me compró zapatillas para running, la ropa especial. Vi que Jesús hace tantas cosas geniales que me impresionó y piqué.
Jesús, delgado, moreno, se ríe y dice:
– Planté el grano que brotó unos años después. A decir la verdad, yo ya no corro en maratones. Pero sí, es cierto que siempre he alentado a Luisa a entrenar. Cuando la veo sentada en casa, aunque antes quería salir para hacer footing con otras amigas, mayores como ella, la animo y la empujo suavemente.
Luisa, como cualquier perfeccionista, tiene su plan para batir su récord vital. Usa un reloj retroiluminado especial para mujeres (recibió un regalo de su marido), quien le muestra cuántos kilómetros ha recorrido y en cuanto tiempo, gracias a lo cual sabe cómo repartir las fuerzas. También tomó algunas lecciones con el entrenador, quien le mostró la técnica adecuada de correr, cómo mover las manos, cómo poner los pies, determinó el pulso y el ritmo apropiados para ella. Comenzó con una carrera lenta, de modo que el cuerpo se acostumbró y aprendió a manejar adecuadamente el oxígeno.
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– Estás corriendo más lento durante el entrenamiento, y estás dándolo todo cuando estás compitiendo – dice Luisa. – Eso es lo que se necesita si quieres lograr algo. Tengo mi objetivo y por eso lo doy todo en el camino, enfatiza.
En su tiempo libre, Luisa hace mosaicos. Fabulosamente coloridos, hermosos. Primero dibuja un patrón, y luego lo pega con pedazos de baldosas cerámicas rotas. Crea con sus manos unas verdaderas obras de arte: un hermoso pavo real multicolor, una familia de gatos…
Como si todo esto no fuera suficiente, Luisa también entrena crossfit. Estos son ejercicios más difíciles, que implican entrenamiento de fuerza, no siempre apto para mayores, pero el medico de cabecera le dio el visto bueno. Estos ejercicios requieren una enorme resistencia, pero la técnica de hacer ejercicios también es muy importante.
– Me gusta entrenar en grupo – dice Luisa. – Eso me motiva. Además, cuando el entrenador me guía, siento que alguien me está cuidando y está interesado en mis resultados. Y el marido es todo lo contrario: es un individualista, un líder, quiere hacer todo por sí mismo. Bueno, también entrena para sí mismo, no para el resultado, como yo.
Jesús trabaja como especialista en informática. Es un tipo introvertido. Habla poco, pero de vez cuando suelta algun comentario agudo y todo el mundo se ríe con él. Cuando quiere abrirse, se convierte en el alma de la fiesta. Tiene un sentido del humor muy irónico, muy inglés.
A diferencia de su mujer, Jesús, de 62 años, sólo practica deportes que le hacen feliz y no lo cansan en exceso. Es de la opinión de que el cuerpo sabe mejor lo que necesita y si lo obligas a hacer algo, se opondrá y el ejercicio tendrá un efecto contraproducente.
– No tengo plan ni meta – explica. – Entreno sólo para mi, no para el resultado. Hago deportes para tener más fuerza, para estar sano, en buenas condiciones físicas. Correr mejora la circulación, mejora la vista. Sólo elijo actividades que puedo hacer en cualquier lugar, en cualquier momento. No me gusta atarme a gimnasios y horarios.
Así que Jesús tiene un sistema que entrenamiento que llama “entre”. Entre llevar a su nieto a la guardería y el trabajo, entre el trabajo y regresar a casa, entre jugar con su nieto y la cena, entre una cosa y otra, siempre hay 15 minutos para cuidar la forma física y la mente. Si encuentra un tiempo libre en alguna parte, lo llena de deporte. No importa qué. Para que el cuerpo no se acostumbrara a estar quieto y para no se aburriera.
Últimamente se pasa mucho por rocodromos. Ya sabes, estos muros para escalada. Si tiene más tiempo y buena disposición, sube la pared, pero si no, se limita a hablar con otros escaladores. Su familia es algo atípica, porque las tres generaciones viven juntas, los abuelos, los hijos y el nieto. Los precios de pisos son como son, y casualidad, Jesús y Luisa tienen una casa grande, ¿por qué no compartirla con los hijos? Como en los viejos tiempos, cada familia tiene una planta del chalet, y disfrutan de su companía cuando quieren, y cuando quieren cada un va pos su lado.
¿Pueden los mayores practicar disciplinas tan duras como carreras de maratón o triatlón?
Ahora Jesús está corriendo, nadando (dos veces por semana) y andando en bicicleta (para ir a trabajar y desde el trabajo), porque está soñando con un triatlón (10 km de carrera, 45 km en bicicleta y 950 m a nado). Es duro, y seguramente no se atreverá, pero entrenar nunca viene mal.
– Gracias a este triatlón, finalmente hubo una oportunidad para aprender a nadar – dice. – Hasta ahora, nadé, como la mayoría de las personas, como un perrito, agitando las piernas y los brazos lo suficiente para mantenerme a flote. He tomado clases ahora, y ya nado razonablemente bien.
Viven cerca de zona de lago, y allí, Jesús entrena dos veces por semana. Nadar sólo en un lago abierto y sin vigilancia no es seguro. Es por eso que Luisa le compró una boya para nadar (como esta boya de Funny House, o los que ves abajo) . Solo átala alrededor de la cintura, y está listo. Hasta tiene un compartimiento impermeable para el móvil. Arrastrarla detrás no conlleva casi esfuerzo, y la seguridad que da es enorme.
– Probablemente nunca lo hubiera pensado yo mismo – admite Jesús. – De alguna manera, siempre asumí que si me quedo sin energía cuando nado, me pondré boca arriba para cambiaré de estilo, o me tumbaré, flotando en el agua. Es importante no entrar en pánico.
Cuando, después del trabajo, regresa a casa en bicicleta, siempre elige una ruta que que tiene algo de interés, es agradable o tiene buenas vistas. En el campo le gusta sentarse bajo los arboles, beber una agua de la fuente. En el pueblo se detiene en la plaza mayor para tomar un helado. Machacarse por machacarse, haciendo el deporte, no es lo suyo, y ninguna persona mayor tampoco debería hacerlo. El valor añadido a la práctica de deporte también es importante.
– Es genial disfrutar de las estaciones, de la naturaleza, de lo que dan el verano y el invierno – dice Jesús. – Alguien que va al gimnasio todo el tiempo, no ve el sol, las nubes, los árboles. Y cuando corres al aire libre, puedes hasta hacer turismo. Por ejemplo, en vacaciones en dos horas andando vería dos calles y, mientras corro, veré toda la ciudad.
En su tiempo libre aprende idiomas extranjeros (de los libros y audiolibros), habla inglés, portugués e italiano. Aprendió a tocar el piano, también desde internet, viendo vídeos en YouTube. Pero su gran amor son los coches viejos. Puede sentarse en el taller durante horas y horas, limpiando, arreglando (gracias a un tutorial en internet aprendió, por ejemplo, cómo regenerar los discos de freno).
Bicicleta, karate, baile para mayores y nietos
En esta familia deportiva hay otra persona importante: Marquitos de cuatro años. El nieto. Ya que sus padres trabajan largas horas, Marquitos pasa mucho tiempo con los abuelos. Y menos mal, porque así le traspasan su manera de vida activa, que sus padres, por desgracia, han descuidado. Es una viva imagen de su abuela: pelo rubio, grandes ojos azules y una sonrisa de oreja a oreja. Y no para, está por todas partes: corre, salta, baila sin descanso.
Probablemente heredó su pasión y talento para el deporte en los genes. ¿De qué otra manera puedes explicar que un niño de cuatro años anda sin problema en una bicicleta de dos ruedas? ¡Se pone un casco y ala, a la calle! Apenas aprendió a caminar, y sus padres le compraron una bicicleta Bikestar, como esta, pero son los abuelos los que le enseñaron a montar. Marquitos dominó la técnica en un instante.
– No tuvo problemas con el equilibrio, pero una bicicleta normal es más pesada que esta – dice el yayo. “Tan pronto como vi que ya podía hacer frente, que tenía la fuerza suficiente para correr por la colina, quitamos las ruedas laterales, le empujé y se marchó en linea recta, sin tabalearse siquiera”.
A Marquitos le encanta bailar, en la guardería tiene clases de hip-hop. Si, tal como oyes, es muy moderna esta guardería. Tan pronto como escucha la música el niño se detiene y grita: “¡Abuelita, vamos a bailar!”.
– Y bailamos donde sea – dice Luisa con una risa.
Recientemente, Marquitos comenzó también el entrenamiento de karate. Obviamente, no es karate-karate, el arte marcial de violento o peligroso, sino unas clases para niños basados en esta disciplina, con un poco de “folclore” oriental, que conocemos de las películas. “Le gustó su primera clase. Lo pasamos genial. Sus padres lo apuntaron al karate, porque las artes marciales enseñan disciplina, obediencia, humildad.”, dice el abuelo, “pero para mi es más importante que ejerza su cuerpo para controlarlo, para mantener el equilibrio. Y también para saber respetar a los demás”. “Para que conozca cosas nuevas e interesantes, para que no sea como en muchas familias que después de salir por la tarde del jardín de infancia ya solo vamos a la plaza, mientras los adultos están en el bar, o peor aun, jugando a videojuegos hasta la noche”.
Ellos son más bien de dar largos paseos, especialmente en verano, pero también cuando el tiempo no acompaña.
– El año pasado fuimos a Gredos y hacíamos largas rutas. A veces más largas aun, porque por el camino nos detuvimos a jugar con arcilla y ver guijarros – dice Jesús riendo. – Cuando volvimos, ya estaba oscuro. Pero lo más importante es que finalmente lo logramos, subir a los cumbres con el niño, y que el niño esté igual de contento que nosotros.
El fin de semana, Marquitos participó en la carrera de 100 m., junto con toda la familia. Al principio los abuelos y los padres estaban un poco preocupado de que no quería hacerlo. Mamá dijo: “Bueno, no tienes que hacerlo, retiremos sólo la camiseta con el número”. Esta camiseta lo convenció. Participó en la competición y llegó en la mitad del grupo, que no está nada mal. Obtuvo una hermosa medalla con un tigre, que orgulloso muestra a todo el mundo. La verdad, toda la familia participo, los mayores en la carrera de 5000 metros. Todos llegaron a la meta.
– Quiero que mi hijo pruebe cosas diferentes, pero no lo obligo a hacer nada – dice el hijo de Luisa y Jesús. – Gracias al hecho de que comienza ahora, si le gusta algo y quiere seguir, puede llegar muy lejos en el futuro.
Aunque Jesús y Luisa tienen diferentes objetivos y motivos, el deporte es igual de importante para ellos. Se motivan mutuamente y se animan. En la media maratón del año pasado, corrieron juntos, los tres, dos abuelos y el hijo. El nieto se quedo con su madre, para dar ánimos desde las gradas. Probablemente fue la carrera más difícil. La ruta tenía 400 m de desnivel, por lo que durante aproximadamente 8 km iban cuesta arriba todo el tiempo. Literalmente y figurativamente.
Pronto, en octubre, planean otra media maratón conjunta, esta vez en Amsterdam. Sólo se preocupan un poco por cómo será el tiempo.
– Incluso si llueve, correremos – dice Luisa. – No hay nada que desalentar. Será difícil entonces batir el récord. Pero cuando decidimos algo, no nos rendimos.